Después de mucho diálogo convenció la cazarrecompensas a la princesa.
-¿Por qué no te fías de mí?- Le preguntó.
-¿Qué te hace pensar que eres distinta a las demás? Eres, por si fuera poco, cazarrecompensas.
-No me juzgues sin conocerme. Todavía no te hemos hablado del pago, y créeme que yo no busco oro. Tenemos que salir hoy, ya, vamos.
-Como para pedirlo -sin hacer caso del apremio de la muchacha- saliste asegurando que volvería con mi llave y apareciste sin más.
-Encontraremos tu llave, deja de preocuparte.
En muchas ocasiones la princesa pedía descansar más tiempo del que la cazarrecompensas estimaba oportuno. Se limitaba a decir "no podemos llegar tarde. Debe ser el momento adecuado.", y seguía caminando.
Tras muchísimos días de camino llegaron a la playa. Era un rincón alejado de la multitud con un extraño olor a repostería casera. La princesa se detuvo en seco y rompió a llorar.
-¡No lo lograremos nunca! Esto ha sido una estupidez. No eres más que otro lobo con piel de cordero; no debí confiar en nadie más...no eres la primera que lo intenta, ¿sabes?
-Te equivocas, hemos llegado. Ven.
-¿Has perdido el juicio? Sólo es el mar y dijiste que ya lo habías registrado gota a gota. Dijiste que sólo quedaba la Luna y mírala...sigue tan lejos como siempre.
- Para ser una princesa eres realmente terca. ¿Quieres dejar de autoconvencerte del fracaso y confiar en mí los próximos 15 minutos?
La cazarrecompensas se había ido desnudando y metiendo en el agua conforme hablaba.
-¿Tengo que meterme en el agua? Preguntó la princesa.
-Sí, es exactamente aquí.
Y la siguió. Cuando llego a su lado, la miró con especie de decepción.
-No siento nada...
-Porque sólo han pasado 14 minutos.
Y sesenta segundos más tarde el reflejo de la Luna estaba sobre ellas. Las rodeó como una especie de túnel.
Flotó entonces una llave en un colgante.
-¡Mi llave! Exclamó la princesa.
-Te lo dije...- Y sonrió.
Ya en tierra, la princesa habló:
-¿Cómo puedo recompensarte? Has insistido hasta el final a pesar de todo.
-Lo único que quiero es que vuelvas a palacio, recuperes tu corazón, tires esa llave y que ames...porque las cadenas no te dejaban ser libre; y sólo los libres...-hizo una pausa y volvió la cabeza para echar un último vistazo al mar-...privilegiados, ¿eh?....sólo los libres saben amar.
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