miércoles, 20 de junio de 2012

Ella.

Ella siempre se recogía las penas en una coleta,
mira que le dijimos mil veces que con el pelo suelto estaba mejor.

Ante cualquier cosa estaba dispuesta,
Nos cuidaba tanto como le permitía el corazón.

Una vez llegué llorando a las cinco de la mañana,
No me dijo nada, tampoco preguntó,
Sabía que no podía articular palabra,
Y para cuando me hube secado las lágrimas
Ya tenía en la mesa un cigarro de maría.

Tenía unos ojos que parecían de un gato,
Al mirarte quisieras o no, sonreías,
Unos labios que quién no querría besarlos,
Un beso que yo jamás olvidaría.
Siempre le ganaba a las cartas,
Le llamaba pija y me reía,
Ella intentaba contenerse, pero al final también caía.

Era de esas personas que siempre están,
Como alguien que nunca se iría,
Extraño cada noche el beso que me daba en la mejilla.

Me habló del amor como un libro que se borra al leerlo,
Para mí se borró de golpe aquel día.
Pero tenía razón en que todo cuanto he vivido
Se me ha quedado grabado en la retina.

No sé si llegué a decirle "te quiero",
Supongo que ya lo sabría.

Nunca entendí los poetas que comparaban el pelo con el oro
Hasta que a mi lado su melena resplandecía.

No quise aceptarlo, ni quiero todavía, qué putada que ya nunca vaya a ser mía.

La guadaña partió su alma, y a la mía la dejó malherida.
Con la de hijos de puta que hay sueltos,
Qué clase de Dios se la llevaría?

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