viernes, 10 de abril de 2015

Un día normal.


10.00 a.m: suena el despertador, me he dado "cuartelillo" para descansar un poco más ya que -como casi cada noche- me ha costado dormir. Me despierto en un colchón más o menos cómodo, con una buena almohada, mantas y, lo mejor, un techo sobre mi cabeza.

Me levanto y tengo el lujo -como cada día- de poder accionar un grifo de agua para lavarme la cara, elegir si quiero tostadas, cereales o un dulce y prepararme un café.

Preparo el uniforme de camarera y hago un examen del curso de formación. Después de 8 meses buscando trabajo desde que volviera de Alemania, lo encontré.

Intento alegrarme mucho por todo lo anteriormente descrito. No he mirado twitter, pero segurísimo que hay tres o cuatro avisos de desahucios, con suerte, alguno de ellos se ha conseguido parar y es ese en el que quiero pensar.

Motivo 1 para no dormir: los 2 o 3 desahucios no parados + los no parados que no veo en twitter. Mientras yo intento conciliar el sueño en mi confortable habitación, no puedo evitar preguntarme dónde estarán durmiendo esas familias hoy, si mañana los niños que hoy han perdido su refugio podrán jugar, aprender y desarrollarse y no pensar en el miedo que tuvieron que pasar durante el desalojo. Pienso en que ha habido tormenta las dos últimas noches y en las pertenencias de estas personas. ¿Habrán podido rescatar todo lo que les importaba?

Seguro que también ha habido algún lanzamiento esta mañana en twitter y uno o varios colectivos interrelacionados están intentando visibilizarlo: encuentro vecinal, proceso de elaboración de programa municipal, encuentro con candidatos, asamblea de tal, denuncia de cual. Me saturo porque quiero mantenerme al día más o menos de todo y, con tal cantidad de información continua, me resulta imposible seleccionar lo que me es relevante para ampliar la información, contrastarla y formar una opinión. El resultado es que prácticamente no opino en twitter ni casi fuera de él desde hace meses.

Si ha habido algún accidente, defunción o polémica estará toda esa gente que siempre opina opinando de todo, y entre tanto ruido, información veraz y opiniones con fundamento de gente que habla cuando sabe perfectamente lo que dice. Menos mal. También habrán destapado algún caso de corrupción o malversación.

Motivo 2 para no dormir: ya casi nadie habla de Gaza. Casi nadie habla de Ceuta -yo sigo sin poderme quitar de la cabeza este artículo de Fanetin- ni de la privatización de la sanidad y la educación, de los ERE, Blesa, el hecho de que nos gobierne una mafia, la Ley Mordaza, un largo etcétera, la manera en que todo esto repercute en nuestro presente y nuestro presumiblemente negro futuro. Casi nadie salvo los colectivos interrelacionados que mencioné antes (que menos mal que están ahí), supongo que porque lo vemos todo tantas veces que ya es normal, porque hoy toca opinar de otra cosa o por una mezcla de ambas circunstancias. Y no sé qué me duele más.

Pienso en el 15 de mayo de 2011. Lo fuerte que se ha gritado "somos mayoría" en esa ocasión y desde entonces. Bueno, es verdad que "los de abajo" somos mayoría frente a "los de arriba", pero de esa mayoría hay solo un pequeño porcentaje intentando hacer el cambio en lugar de esperando el cambio.

Creo poder afirmar sin equivocarme que todo activista habrá asistido a algún debate acerca de la endogamia: ¿cómo la rompemos? ¿cómo llegamos a todas?

Que sí, que ahora se escucha hablar de política en casi todos los ámbitos y hasta hace poco era un tema prácticamente tabú (no por represión, peor aún, por indiferencia). Aunque hay que añadir que no solo es importante hablar, sino, volviendo a lo de antes, saber de qué se habla; no considero hablar de política el comentar cuatro titulares manipulados e información sesgada como si fuéramos expertos en la materia. Que sí, que ha subido la participación ya no a nivel electoral sino político, que se han conseguido y se están consiguiendo una barbaridad de logros y de cambios en el hacer, pero muy pocos en la manera de hacer.

No intento disimularlo, estoy como decepcionada, como desilusionada en parte con la propia sociedad española  y no lo digo desde una posición de superioridad ni mucho menos, simplemente de incredulidad.  Barbijaputa lo expresa muy bien en  este artículo. Digamos que yo sigo en el rincón de la fiesta.

Voy a mi trabajo en pleno centro y de camino veo a 14 personas (a veces más) viviendo en la calle. Las veo todos los días, sonrío a las que me cruzan la mirada y sigo mi camino. Mucha gente pasa también por allí y, como yo, están viviendo una realidad muy distinta: caminan escuchando música, hablando o mirando el móvil y el fondo son paradas de autobuses, bares, papeleras, un cajero y una persona dentro del cajero. Es normal. Y no sé qué me duele más.

El servicio transcurre con normalidad, en torno a las ocho entra un hombre de unos 65 años y en los huesos. Me pregunta si nos ha sobrado medio plato de comida, que tiene mucho hambre. Yo no tengo la libertad de poder ofrecerle nada, a pesar de que sé cuánta comida se tira a la basura. Miro a mi superior -que tampoco tiene esa libertad- pregunto si hay algo que podamos darle (joder, está pidiendo comida) y le dice que no. "Es que si damos a uno vienen todos los días", es decir, que venga gente a pedir comida también es normal. Me quedo hecha una mierda.

Vuelvo a casa y termino de resumir un tema de las oposiciones del SAS. Pienso en las prácticas que hice en Alemania: las instalaciones de aquel hospital, la calidad de aquellos laboratorios, la investigación, la de españoles que había. Pienso en la vuelta a España y en que aquí me negaron un trabajo incluso en forma de prácticas no remuneradas (aka trabajar gratis).

He calculado las posibilidades matemáticas de conseguir alguna de las 15 plazas ofertadas en esta convocatoria aun sacando un 10 en los exámenes: 0. No tengo experiencia - ni me dejan adquirirla- y conseguir los 25 puntos por cursos me va a llevar más tiempo -y dinero- del que dispongo esta vez.

Motivo 3 para no dormir: quiero trabajar en un laboratorio y no me importa si para ello tengo que pasar 2 o 3 años sirviendo cafés, pero dada la situación, ¿me merece la pena buscar un futuro en un país en el que me lo han robado? Quizá en el extranjero tendría mejores expectativas, pero no tiene mucho sentido pensarlo ahora.

Además, en el fondo sigo pensando que 2015 es el año del cambio. Pienso en que, ocurra o no, Ysabel Torralbo podría ser alcaldesa de Málaga (¡Adiós Paco!) y lo grandes que son las personas de Málaga Ahora; que Ahora Madrid es segunda fuerza según El Mundo y que Barcelona en Comú viene con muchísima fuerza (y muchísimo trabajo y recorrido previo).

Y por último, el bipartidismo PPSOE está ya en las últimas, lo cual, mientras no derive en un futuro bipartidismo Podemos- Ciudadanos (¿te imaginas? Qué pereza) es precioso.