lunes, 16 de abril de 2012

#ThisIsSpain

Muchas veces he escuchado que la palabra de un borracho no tiene valor alguno. Puede que sea verdad, pero ni la de un borracho, ni la de cualquier drogadicto.

Hay una línea increíblemente fina entre lo que es positivo para ti mismo y lo que puede ser la razón por la cual un día jodiste tu vida.

Yo creo que hay algunos momentos de extrema vulnerabilidad en los cuales estar bajo el efecto de cualquier droga se vuelve potencialmente peligroso, y no sólo momentos, sino edades. Y es que al final resulta que la esencia de las personas no es lo que yo un día imaginé como ese diminuto tarrito en el interior de nuestra alma donde se encierra eso que nos hace únicos. Resulta que sólo somos como somos por la forma en que se conectan nuestras neuronas.

Resulta que nuestra personalidad viene definida por esas "rutas" que siguen nuestros pensamientos y emociones al viajar de neurona y neurona, y como ya todo el mundo sabe, no hay camino, se hace camino -en este caso- al pensar.

Y por eso es tan peligroso que uno se descuide consumiendo algo que, aunque no destruya, modifique tus conexiones neuronales y con ello tu esencia. Tienes que tener muy claro quién eres antes de correr el riesgo de cambiarlo, aunque evidentemente estas conexiones cambian todo el tiempo (puede que madurar no sea más que conseguir un cerebro con rutas más eficaces desarrolladas por nosotros mismos por la vivencia de cada una de las experiencias de nuestra vida).

Y toda esta reflexión venía a que si alguna persona finalmente ve afectada su personalidad por el efecto de las drogas, muy fácilmente actuará de forma casi irracional en algunas situaciones, probablemente decepcione a mucha gente de su alrededor sin darse cuenta si quiera, y aunque sea difícil de comprender que está sufriendo un proceso mental muy complejo y complicado de controlar, se ha equivocado como podemos equivocarnos todos.

Pero esto no quiere decir ni mucho menos que haya que crear una campaña antidroga inmediata ni mucho menos. Al contrario pienso que toda la prohibición a la que está sometido el cannabis lo hace más deseado para las mentes por naturaleza rebeldes de los adolescentes, que son precisamente el grupo bajo mi punto de vista más vulnerable a la hora de poder sufrir perjuicios debido a una incapacidad de control sobre sí mismos.

La clave está entonces en la regularización, un control bajo el cual no esté penado para personas responsables (entiéndase por personas responsables -que sería el ideal- personas que ya hayan desarrollado en gran medida su cerebro, 18-21 años) el consumo de cannabis, la oportunidad de conseguirlo de forma legal, ya que aunque anteriormente se hayan expuesto los posibles problemas innegables que tiene un consumo no controlado en las personas, tiene muchos efectos positivos de igual forma innegables.

Y es que, a fin de cuentas, todo es química, y es incomprensible que esté prohibido consumir un compuesto que está siendo beneficioso para una determinada acción pero sea perfectamente normal consumir una pastilla que te haga dormir. ¿Qué más da que un compuesto se llame ácido clauvánico o tetrahidrocannabinol? Está bien, tómenlo como una pastilla que ha crecido de una planta. ¿Acaso no es perjudicial cualquier compuesto en exceso? Otro ejemplo sería el del colesterol, si bien es cierto que un exceso es fatal para el organismo también es cierto que es una sustancia imprescindible para este. Con esto no quiero decir que el THC sea imprescindible ni que todo el mundo deba consumir, no quiero que se me malinterprete, simplemente digo que no existe una sustancia "buena" o "mala" en sí misma, lo "bueno" y lo "malo" viene a raíz del uso que la persona haga de la sustancia en cuestión, y esta idea podría extenderse no sólo al consumo de alguna sustancia sino a toda una moral, a todas las acciones (el consumo de "comida rápida", el uso de las tecnologías en móviles, etc).

Por todo lo expuesto dejo clara mi idea de lo absurdo de prohibir a toda la población el consumo responsable de cannabis, aunque en este país por prohibir que no quede.

jueves, 12 de abril de 2012

Cuando sobran las palabras.

Hay que ver cuando sobran las palabras
lo que transmite el simple roce de unos dedos.

No tengo más que decirte que eso que sentiste
cuando te mordí el cuello.

No tengo más calor que darte que el que fundió
tu cuerpo con mi cuerpo.

No existen palabras que se enreden
mejor que yo en tu pelo,
ni un viaje más completo
que sin moverte llegar al cielo.

Cuanto más despacio, más desespero,
cuanto más deprisa, más me muero,
cuanto más adentro, más te quiero,
cuantas menos barreras, más ropa en el suelo.

Nunca te he gritado tanto
como cuando lo hice en silencio.
Nunca me ha dado tanta rabia
que ahora estés tan lejos.

viernes, 6 de abril de 2012

Qué jodido.

Yo no creía
que existiese el amor como tal
hasta el momento en que te vi llegar
y todo se iluminaba con tu sonrisa.

Yo no creía
que se pudiera sentir algo igual,
que sólo un beso te puede llevar
a cualquier lugar.

Y es por eso que me cuesta
ahora respirar,
cuando te acostumbras a vivir
de unos labios y nada más
es difícil mantenerse en pie
y no quedarse atrás.

Qué jodido no ver nada
por más que mire y, coño, ¿dónde estás?
Qué jodido no ser capaz de escuchar,
de andar, no hay ganas de ná
si luego total, no te lo puedo contar.

Yo no creía
que este momento fuera a llegar.
Que algo así pudiera pasar.
Que de la noche al día
ya no te vería más.

Yo no sabía
que no te volvería a besar,
que la última mirada
fue la última de verdad,
que tengo que seguir adelante sin poder caminar.

Y qué jodido ver el cielo
y saber que está tan lejos
y que no lo pueedo alcanzar.
Qué jodido que te quiero
y ahora que te has ido
a quién le doy yo tu cariño,
dime por quién suspiro.

Qué jodido pensar que ahora
eres un recuerdo,
qué jodido estar tan sola,
poder verte sólo en sueños
y no querer despertar.

Yo no podría
si quiera volverlo a intentar.
No puedo pensar en volver a amar,
y aunque siempre me consideré valiente
el miedo que me ha causado tu muerte
no lo puedo afrontar.

A lo mejor no soy tan fuerte
como solías predicar,
no estoy preparada para dejar
de abrazar a la almohada
pensando que aún estás.

No tengo cojones de mirarme al espejo
y sabiendo que estás lejos
no echarme a llorar.

Aunque ahora formarás parte
de alguna rosa, de algún perro
o del agua del mar, extraño
demasiado tu esencia,
eso que te hacía ser tú y nadie más.

Y aplaudo a Dios
por la prueba que me ha puesto,
porque es digno de un maestro
pensar algo similar.

Y qué jodido que esto
nunca vaya a terminar.
Qué jodido asumir
que te tengo que olvidar.
Qué jodido todo esto
y, coño, ¿dónde estás?