La princesa esperaba y esperaba a que volviese la cazarrecompensas y le diera pronto su llave, pero cuando regresó finalmente, lo hizo con las manos vacías.
Con los ojos llorosos le habló: "lo siento, princesa, me temo que no puedo sola."
-¿Qué ha pasado? - preguntó.
- He subido montañas, he descendido cuevas, me he perdido en mil laberintos, he mirado en cada gota del mar y tras cada grano de arena. He buscado en los ojos de la gente, he buscado en el amanecer y no la he encontrado, necesito tu ayuda.
- ¿No eras tú la mejor cazarrecompensas del reino? ¿Cómo voy yo a ayudarte, si recurrí a ti porque no podía?
- Tú puedes guiarme. Sólo me queda por buscar en la Luna. ¿Me acompañas?
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