miércoles, 27 de junio de 2012

Primera parte.

Había una vez una princesa con un don muy especial: ser una de esas personas que son personas y no borregos.
Llamaba la atención de todo el mundo por esa especie de fascinante autosuficiencia que aparentaba. Como si nada pudiera hacerle daño, como si nunca pudiese perder el control de la situación.
En realidad una vez estuvo enamorada, pero esa gran desilusión le hizo dejarse el corazón encadenado, escondido en su cajón.
De vez en cuando lo echaba de menos, pero normalmente seguia pensando que no sentir nada era mejor que sentir dolor.
Hasta que quiso curarlo, sacarlo del cajón. El problema es que no sabía donde dejo la llave.
Puso anuncios por todas partes, y una cazarrecompensas se ofreció. "Volveré pronto con tu llave." Y sin decir más, se marchó.

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