jueves, 28 de junio de 2012

Tercera parte.

Después de mucho diálogo convenció la cazarrecompensas a la princesa.

-¿Por qué no te fías de mí?- Le preguntó.

-¿Qué te hace pensar que eres distinta a las demás? Eres, por si fuera poco, cazarrecompensas.

-No me juzgues sin conocerme. Todavía no te hemos hablado del pago, y créeme que yo no busco oro. Tenemos que salir hoy, ya, vamos.

-Como para pedirlo -sin hacer caso del apremio de la muchacha- saliste asegurando que volvería con mi llave y apareciste sin más.

-Encontraremos tu llave, deja de preocuparte.

En muchas ocasiones la princesa pedía descansar más tiempo del que la cazarrecompensas estimaba oportuno. Se limitaba a decir "no podemos llegar tarde. Debe ser el momento adecuado.", y seguía caminando.

Tras muchísimos días de camino llegaron a la playa. Era un rincón alejado de la multitud con un extraño olor a repostería casera. La princesa se detuvo en seco y rompió a llorar.

-¡No lo lograremos nunca! Esto ha sido una estupidez. No eres más que otro lobo con piel de cordero; no debí confiar en nadie más...no eres la primera que lo intenta, ¿sabes?

-Te equivocas, hemos llegado. Ven.

-¿Has perdido el juicio? Sólo es el mar y dijiste que ya lo habías registrado gota a gota. Dijiste que sólo quedaba la Luna y mírala...sigue tan lejos como siempre.

- Para ser una princesa eres realmente terca. ¿Quieres dejar de autoconvencerte del fracaso y confiar en mí los próximos 15 minutos?

La cazarrecompensas se había ido desnudando y metiendo en el agua conforme hablaba.

-¿Tengo que meterme en el agua? Preguntó la princesa.

-Sí, es exactamente aquí.

Y la siguió. Cuando llego a su lado, la miró con especie de decepción.

-No siento nada...

-Porque sólo han pasado 14 minutos.

Y sesenta segundos más tarde el reflejo de la Luna estaba sobre ellas. Las rodeó como una especie de túnel.
Flotó entonces una llave en un colgante.

-¡Mi llave! Exclamó la princesa.

-Te lo dije...- Y sonrió.

Ya en tierra, la princesa habló:

-¿Cómo puedo recompensarte? Has insistido hasta el final a pesar de todo.

-Lo único que quiero es que vuelvas a palacio, recuperes tu corazón, tires esa llave y que ames...porque las cadenas no te dejaban ser libre; y sólo los libres...-hizo una pausa y volvió la cabeza para echar un último vistazo al mar-...privilegiados, ¿eh?....sólo los libres saben amar.


Segunda parte.

La princesa esperaba y esperaba a que volviese la cazarrecompensas y le diera pronto su llave, pero cuando regresó finalmente, lo hizo con las manos vacías.

Con los ojos llorosos le habló: "lo siento, princesa, me temo que no puedo sola."

-¿Qué ha pasado? - preguntó.

- He subido montañas, he descendido cuevas, me he perdido en mil laberintos, he mirado en cada gota del mar y tras cada grano de arena. He buscado en los ojos de la gente, he buscado en el amanecer y no la he encontrado, necesito tu ayuda.

- ¿No eras tú la mejor cazarrecompensas del reino? ¿Cómo voy yo a ayudarte, si recurrí a ti porque no podía?

- Tú puedes guiarme. Sólo me queda por buscar en la Luna. ¿Me acompañas?

miércoles, 27 de junio de 2012

Primera parte.

Había una vez una princesa con un don muy especial: ser una de esas personas que son personas y no borregos.
Llamaba la atención de todo el mundo por esa especie de fascinante autosuficiencia que aparentaba. Como si nada pudiera hacerle daño, como si nunca pudiese perder el control de la situación.
En realidad una vez estuvo enamorada, pero esa gran desilusión le hizo dejarse el corazón encadenado, escondido en su cajón.
De vez en cuando lo echaba de menos, pero normalmente seguia pensando que no sentir nada era mejor que sentir dolor.
Hasta que quiso curarlo, sacarlo del cajón. El problema es que no sabía donde dejo la llave.
Puso anuncios por todas partes, y una cazarrecompensas se ofreció. "Volveré pronto con tu llave." Y sin decir más, se marchó.

miércoles, 20 de junio de 2012

Ella.

Ella siempre se recogía las penas en una coleta,
mira que le dijimos mil veces que con el pelo suelto estaba mejor.

Ante cualquier cosa estaba dispuesta,
Nos cuidaba tanto como le permitía el corazón.

Una vez llegué llorando a las cinco de la mañana,
No me dijo nada, tampoco preguntó,
Sabía que no podía articular palabra,
Y para cuando me hube secado las lágrimas
Ya tenía en la mesa un cigarro de maría.

Tenía unos ojos que parecían de un gato,
Al mirarte quisieras o no, sonreías,
Unos labios que quién no querría besarlos,
Un beso que yo jamás olvidaría.
Siempre le ganaba a las cartas,
Le llamaba pija y me reía,
Ella intentaba contenerse, pero al final también caía.

Era de esas personas que siempre están,
Como alguien que nunca se iría,
Extraño cada noche el beso que me daba en la mejilla.

Me habló del amor como un libro que se borra al leerlo,
Para mí se borró de golpe aquel día.
Pero tenía razón en que todo cuanto he vivido
Se me ha quedado grabado en la retina.

No sé si llegué a decirle "te quiero",
Supongo que ya lo sabría.

Nunca entendí los poetas que comparaban el pelo con el oro
Hasta que a mi lado su melena resplandecía.

No quise aceptarlo, ni quiero todavía, qué putada que ya nunca vaya a ser mía.

La guadaña partió su alma, y a la mía la dejó malherida.
Con la de hijos de puta que hay sueltos,
Qué clase de Dios se la llevaría?

viernes, 15 de junio de 2012

Las novedades.

Ya sonrío mucho más que antes, lo prometo.
Ya río de corazón.
Ya como. Incluso a veces duermo.
Ya salgo de casa sin obligación.

He perdido veinte kilos desde que no te veo,
Ya soy miembro de la asociación,
Sergio y yo tenemos un perro,
Es adorable, pero llora un montón.

Dejé la universidad después de febrero,
Supongo que ya sabrás la razón,
Sigo fumando, aunque menos,
Y tenemos una planta en floración.

Nunca olvides que te quiero,
Que te tengo presente en cada ocasión,
Que sé que me cuidas desde el cielo
Y si alguna vez te extraño y me ves triste,
Mi niña, te pido perdón.

Hoy poy hoy.

No quiero que me traigan el desayuno a la cama,
no quiero un "buenos días, mi vida",
prefiero si eso un polvo y a ver qué pasa,
que luego todo es mentira,
tú a tu casa y yo a mi casa,
que las palabras al final siempre se olvidan.

No quiero que vayamos de la mano,
no quiero esperar ansiosa una llamada,
no quiero un "quédate a mi lado",
ahora quiero un "te llamaré mañana"

Estoy harta de princesas que no valen nada,
estoy harta de ser poeta sin amada,
harta de que la poesía se vaya,
harta de intentar encontrarla.

A lo mejor yo estaba equivocada.
A lo mejor no existe la pureza que imaginaba,
a lo mejor ya debería haber tirado la toalla,
a lo mejor nunca conoceré a nadie que hable desde el alma.

Qué hartura de artimañas,
de puñales, de guadañas,
de zorras, de alimañas,
de insectos, de pirañas.

Qué cansancio de echar de menos.
Qué doloroso este te quiero,
qué desesperación por dentro,
qué vacío tan grande en el pecho.

Que estoy tocada y hundida,
que por mí ya terminó la partida,
que yo no lo intento más en la vida,
que no puedo hacerme más heridas.

Yo cojo y me guardo el corazón,
mejor lo escondo por cualquier rincón,
ya ni creo que algo se pueda llamar amor
y si me equivoco, esta vez no daré el paso yo.

Y si  bajase la Luna y se quedara a mi lado,
si alguien encuentra mi corazón enterrado,
espero que se compadezca de su triste estado
y al menos no lo deje peor de como lo han dejado.

lunes, 4 de junio de 2012

Soja

Hace un par de meses empecé a consumir soja por los muchos nutrientes esenciales (es decir, nutrientes que nuestros cuerpos no pueden fabricar) que contiene, y hablando con Fernanda en ARSECA me dijo que tuviera cuidado con las marcas que compraba, porque cierta empresa se ha dedicado a crear soja transgénica y la venden como natural.

Ante todo quiero puntualizar que algo transgénico no es implícitamente malo, de hecho la insulina que se inyecta mi padre para la diabetes proviene de una vaca modificada genéticamente para fabricarla. Este no es el problema, el problema es que no se puede jugar a ser Dios, que cada paso que se da en la ciencia hay que darlo despacito, probando el producto en suficientes individuos como para poder afirmar sin lugar a dudas que efectivamente no es perjudicial para el ser humano y además es mejor que la soja sin tratar.

No se puede ser tan temerario, cambiar algo tan complejo como el código genético de un organismo y ofrecérselo a la gente sin tener ni idea de las repercusiones que a la larga puede conllevar esta modificación.

Así que si alguna persona quiere consumir soja, es una gran decisión, ¡pero atento a la etiqueta! Consume aquella que no ha sido modificada genéticamente hasta que la otra haya sido testada como corresponde.