sábado, 29 de diciembre de 2012

Décima parte. La noche antes.

La cazarrecompensas estaba en su choza en el monte. Habían pasado meses desde el encuentro con el bebé preguntón; tras el cual había decidido hacer una parada en sus misiones y reponer fuerzas perdidas después de tanta lucha.

Tuvo noticias de la princesa, al final se decidió y se hizo guerrera, una princesa cazarrecompensas, y le iba bastante bien. Le había cogido mucho aprecio.

Aproximadamente un mes después de que llegara a la choza, la muchacha recibió una carta que le sorprendió bastante de una cazarrecompensas llamada Ruf, de otro clan del condado, en la que se interesaba por su opinión con respecto a cierta misión que casualmente compartían (se trataba de una misión popular dentro del gremio).

Esta noche la cazarrecompensas no puede dormir.Y el motivo es que en unas hora emprenderá un viaje hacia el poblado de Ruf, con quien llevaba escribiéndose desde aquel primer mensaje.

Se trataba de algo complicado. Aunque fuesen a participar en misiones conjuntas y fueran el contenido principal de los mensajes, sin darse cuenta, en ellos cada vez había una fracción mayor de contenido personal.

El problema de esta profesión es que hace difícil la posibilidad de establecer lazos; siempre hay que andar de aquí para allá, a veces durante mucho tiempo.

Pensó en el tiempo. "El tiempo sólo existe porque nosotros nos lo hemos inventado. Para no volvernos locos y poder ordenar los hechos según  ocurran. Está claro que existe una línea (que esa línea se curve o no es otra cuestión) pero, a fin de cuentas, lo que importan son los propios hechos.
Tal vez el tiempo sea infinito (cuesta asimilar la posibilidad de que algo sea infinito, ¿eh?), pero está claro que nosotros no somos infinitos, ni la mayoría de las cosas que llegaremos a conocer. No sería tan descabellado afirmar que todo tiene una fecha de caducidad, no en el sentido de desgaste, sino en el sentido propio de existir. Pero eso no las convierte en peores, desde el día que comienza hasta nuestra propia vida tiene una duración determinada, la única diferencia es que sabemos que los días duran 24 horas y las horas que viviremos es algo que no sabemos hasta que se nos acaban. Esa adoración a lo eterno; ese fanatismo ante la búsqueda de un "para siempre" -que no existe- también nos lo hemos inventado nosotros; puede que porque nos moleste o asuste aceptar que las cosas se terminan. Y cuando entiendes eso, comienzas a ver las cosas de otro modo. A vivirlas de otro modo. Aprendes a vivir lo que tienes en cada segundo; porque los segundos los vivimos de uno en uno, y a veces, las circunstancias cambian muchísimo en el transcurso de uno a otro."

Le empezaba a doler la cabeza. Tal vez por el cansancio; tal vez porque ya estaba pensando más de lo necesario. En cualquier caso, decidió que ya era hora de levantarse del césped y volver a la choza; que la Luna estaba enorme, y eso al Monstruo le gusta, podría aparecer.