sábado, 14 de julio de 2012

Séptima parte.

- Princesa, tengo algo que decirte. - dijo la cazarrecompensas con su mochila a las espaldas.

- ¿Otra de tus batallas?

- De las que más me va a costar no salir perjudicada. Después del pacto de tu llave...cada día que he pasado en el castillo te he dejado una parte de mi alma; yo buscaba que tú fueras libre y no puedo terminar encadenada. Cadenas hechas a base de reprimir mis ansias; y es que, ¿cómo voy a ser libre de amarte si se me rompen las alas? Que cada vez que te tumbas a mirar cómo caen las estrellas yo construyo dentro de mí otra barrera. ¿Cómo va a molestarme a mí que te pierdas en su firmamento si desde el primer momento en que te vi yo buscaba tu sonrisa? No me arrepiento. Si tuviera que volver a hacerlo, lo haría, lo haría y lo haría. Si tuviera que atravesar mil matorrales espinados sin dudar los atravesaría. Pero que no dude de aventurarme no quiere decir que no salga herida. Sólo necesito retirarme antes de que sea demasiado grande o pierda demasiada sangre o me importe que no estés algún día. Lo siento si soy cobarde, nunca pretendí presumir de valentía. Lo siento si es que llegué tarde. Y ni me voy, ni quiero marcharme. Sólo creo que aquí ya no me necesitas. Eres fuerte y tienes coraje y yo regresaré cuando te haga falta sin que si quiera me lo pidas. Nuestros caminos no dejarán de encontrarse, pues de algún modo nuestras vidas ya están unidas. Volveré a verte cuanto antes, y  siempre te traeré más sonrisas en la mochila.

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