Y tras descansar todo cuanto necesitó, la cazarrecompensas partió hacia el lugar donde vivía una de las maestras que le habían enseñado su profesión para hacerle una visita.
Se paró cuando escuchó el llanto de un bebé; bebé que se cruzó de bruces sin apenas darse cuenta, nada más y nada menos que andando. La cazarrecompensas no estaba segura de si el agua que había bebido en el río estaba en mal estado, o si de veras estaba escuchando con sus propios oídos al bebé hablarle sin problema alguno.
- ¿Qué es eso? - preguntó señalando.
- Una barra de hierro. ¿Cómo puedes hablar siendo tan pequeño?
- No te he preguntado cómo llamáis en tu idioma esa cosa. Te he preguntado qué es.
- Pues...- la cazarrecompensas dudó- es una barra inerte de átomos de hierro unidos entre sí.
- ¿Inerte?
- Sí, inerte, es sólo una barra. No respira, no se mueve, no está viva.
- Los árboles no respiran y otros como tú me han dicho que están vivos.
- Respiran, a su manera. Intercambian energía con el medio para seguir vivos.Y los árboles mueren.
- ¿Y esa barra no? ¿No intercambia energía con el medio? Absorbe calor...y los átomos que la componen, según me has dicho tú, tendrán que estar unidos con algún tipo de energía, ¿no?
- Sí, bueno, tiene energía...pero no puede morir. Los seres vivos nos estropeamos y nos morimos.
- ¿Qué le pasa a ese extremo de la barra?
- Está oxidado. Es normal, aquí, con la lluvia...
- Pues yo diría que la barra se está muriendo. ¡Yo la veo muy viva!
- Puede que tengas razón...y que no seamos tan distintos de la barra de hierro, de aquella piedra, o de un árbol.
- ¿Qué me dirías si te digo que absolutamente todo cuanto existe está vivo en base a este razonamiento?
- Que eres un bebé que habla, camina, y ha perdido el juicio.
- Tú lo has dicho. Lo vivo es cuanto tiene energía. El viento es energía. La luz es energía. El calor es energía. Todo esta vivo.
- El viento es energía, y vale, acepto que "pueda morirse" al convertirse dicha energía en otra. Pero no tiene conciencia, no tiene alma.
- ¿Acaso tú tienes alma?
- No lo sé. Sé que soy una máquina que puede hablar, caminar, pensar, abrazar y sentir, entre otras muchas cosas. Sé que tengo que reponer energía comiendo y que tengo que apagarme unas cuantas horas al día, no tengo muy claro por qué, ni dónde estará mi alma si la tengo durante esas horas.
- Si sólo aquello que tiene conciencia y alma está vivo, y acabas de decirme que no estás segura de si tienes alma, ¿me estás diciendo que no sabes si estás viva?
- ¡Claro que estoy viva! Es sólo que no me estás comprendiendo. Alma. Es sólo una maldita palabra. Te digo que tienes razón en que todas las cosas están vivas en cuanto que existen y dejan de existir y en ese tránsito intercambian energía con todo el universo, y se transforma parte en unas cosas y parte en otras. Pero eso no puede definir la vida. Yo llevo veinte años viva, y la energía que poseo ahora mismo, los átomos que componen la maquinaria de mi cuerpo antes eran otra cosa. A lo mejor una vez mi brazo fue la cola de un dinosaurio, o mi corazón formó parte de la Luna, pero sólo hace veinte años que YO, como yo, estoy viva.
- ¿Y tú que eres?
- Una cazarecompensas.
- ¿Lo fuiste desde tu nacimiento?
- Cuando era un bebé era sólo un bebé. Lloraba, me ponía enferma, comía, vomitaba. Un bebé proyecto de cazarrecompensas. Tambien soy otras cosas. Soy mujer. Soy hija. Soy humana.
- Tienes problemas de comprensión. Te he preguntado qué eres tú, no a qué te dedicas, qué sexo tienes, qué relación guardas con tu padre ni a qué especie animal perteneces. Es tarde. Volverás a verme, cazarrecompensas.
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