lunes, 20 de febrero de 2012

España.

Esta entrada no la componen mis palabras, sino cada uno de los besos que le querrías dar a alguien que, por una razón u otra, está lejos.

Se trata de todas las noches que se le echa de menos. Algunos se fueron en busca de amor, otros de trabajo, otros están estudiando y alguno buscando su sueño; y eso por no hablar del que se tiene que ir sin querer hacerlo.

Esta entrada es un manifiesto a la injusticia, es indignación al descubierto. Nadie tendría nunca que sufrir por un inocente reo. Supongo que siempre ha sido más fácil preguntar tarde y arrestar primero. Supongo que siempre ha sido más fácil dejar que el ladrón grande mande y coger al pobre pequeño. Darle prioridad a gilipolleces en lugar de preocuparse de lo que pasa en el pueblo.

Qué fácil es sentarse y criticar al muerto de hambre cuando tienes el estómago lleno, qué fácil dormir tranquilo cuando tienes una cama y un techo. Y qué fácil es apartar la mirada cuando no interesa verlo.

Qué fácil hacer leyes absurdas para que las comentemos y al final, nos quedemos en silencio. Para que de las cosas importantes, de las que urgentemente deberían cambiar...que de esas no hablemos.

Prohíbo, recorto, despido, y sigo adelante mientras me llene el bolsillo. Menuda máxima para un gobernante, menudo pueblo el que lo ha permitido.

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