domingo, 8 de junio de 2014

Una mierda de entrada.

Tengo un problema con la literatura y es que he descubierto que las palabras llegan hasta determinada profundidad, y es imposible expresar lo que hay más abajo.

No tengo muy clara la diferencia entre superar algo y sobrevivirlo.

Releyéndome, encuentro mucha fuerza en mí a veces, y me pregunto dónde está.

Estoy cansada. Confusa, asustada. No quiero pensar. No quiero hablar.

Probablemente esta será una mierda de entrada y lo sé desde antes de escribirla. Y por eso llevo seis meses sin escribir.

Es que esta vez no quiero contármelo ni a mí misma.

¿Una confesión? Soy una cobarde. Me he refugiado en mil cosas, donde más en las palabras. En humos, en besos en la espalda, en sacudidas, en sonrisas, en miradas.

Cobarde. Pero quién no tiene miedo. Es como lo de ser fuerte pero frágil a la vez.

Qué momento tan raro. Momento de cambios. Ya casi es hora de volver. Y como diría Heráclito, ni Málaga ni yo seremos las mismas.

Ay, mira, yo no sé qué hacer. Ni qué siento, y eso no suele suceder.

Lo que decía, una mierda de entrada. Pero yo que sé.

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