Me dijo que nunca había querido a nadie. Y yo no tenía por qué ser una excepción.
También me dijo que le gustaba pasear conmigo. A mí no se me ocurre que pudiera haberme dicho nada más grande. Que camas y sexo se tiene con mucha gente, pero el compartir "algo más" no. Creo que eso es lo que ha perdido. Que ya soy sólo conversaciones, risas y sexo. Escuece. Yo soy capaz de quitarme la ansiedad a sacudidas contra la pared, pero no puedo mirar a nadie como la he mirado. Sonrío, claro. Pero no es esa sonrisa. La suya.
Y no quiero hablar del tema. Porque no quiero escuchar lo que he escuchado. Imagínate tú que algo fuera verdad, por muy poquito que fuera. Qué daño.
Que yo no he significado para ella lo que ella para mí (ni tiene por qué, pero de ahí a que haya sido un pasatiempos...)
Otras veces pienso que no tiene por qué haber perdido nada, que simplemente no es el momento. He hablado de mi sonrisa y de cómo la miraba. Pero cómo me sonreía y cómo me miraba. Aunque creo que esto lo pienso sólo para que me duela menos. ¿Te imaginas que la viera y yo sonriendo hasta con los ojos y ella sonriéndome como a una amiga a la que aprecia? Qué palo.
A fin de cuentas, ahora mismo me he quedado sin paseos, sin ver películas enganchada a su pierna, sin sus buenas noches y sin sus conversaciones. Vamos, que la he perdido. Qué putada.
Y qué incertidumbre, ¿no? El sentir que estoy de más. Que no le apetece hablar conmigo. Que hago el ridículo. Que no me doy a valer. Pero coño, es que es verdad. Es que puede contar conmigo si lo necesita. ¿Eso es no tener dignidad? No sé. Yo creo que es no tener dignidad si la otra persona abusa del hecho de poder contar contigo. Y no es el caso. No quiere hacerme daño, y lo sé.
Y bueno. Yo voy a estar bien. Esto es ahora que he explotado. Y espero que ella ya lo esté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario